jueves, 31 de octubre de 2013

Un solitario afán de plenitud




WILLIAM BUTLER YEATS
(Dublín, Irlanda, 1865 - Roquebrune-Cap-Martin, Francia, 1939)
OTRA VERSIÓN

Por la boca entra el vino
y el amor por el ojo
… Alzo el vaso a la boca
te contemplo y suspiro.
***
UN AVIADOR IRLANDÉS PREVÉ SU MUERTE

Estoy seguro de encontrar mi fin
en un alto lugar sobre las nubes;
odio no tengo a aquellos que combato,
amor no tengo a aquellos que defiendo;
Kiltartan Cross es mi patria, los pobres
de Kiltartan mis compatriotas, nada
seguramente cambiará para ellos,
ni más pobre serán ni más felices.
No me obligó a luchar deber ni ley,
ni hombres públicos ni encendidas masas;
un solitario afán de plenitud
llevó a este fragor entre las nubes;
todo lo sopesé, recordé todo,
los años venideros parecían
un gasto de saliva en balde, un gasto
de saliva en balde los años idos
al lado de esta vida, de esta muerte.
***
LEDA Y EL CISNE

Un golpe repentino: las grandes olas baten
en la atónita joven, acarician sus muslos
las oscuras membranas, prende el pico su nuca,
su desvalido pecho pone el cisne en el suyo.

¿Cómo pueden sus dedos, leves, horrorizados,
apartar de sus muslos esa gloria emplumada?
¿Y qué puede su cuerpo, en esa blanca embestida,
sino oír el latido del corazón extraño?
Un temblor en el lomo allí entonces engendra
murallas destruidas, fuego en tejado y torre,
                       y a Agamenón muerto.
  Estando así cautiva,
  a merced de la sangre aérea de la bestia,
  ¿recibió su poder y su sabiduría
  antes que la soltara el insensible pico?
***
EL SEGUNDO ADVENIMIENTO

Dando vueltas y vueltas en la espiral creciente
no puede ya el halcón oír al halconero;
todo se desmorona; el centro cede;
la anarquía se abate sobre el mundo, y por doquier
se anega el ritual de la inocencia;
los mejores están sin convicción, y los peores
llenos de apasionada intensidad.

Alguna revelación se aproxima;
se aproxima el Segundo Advenimiento.
¡El Segundo Advenimiento! Lo digo,
y ya una vasta imagen del Spiritus Mundi
turba mi vista; allá en las arenas del desierto
una figura con cuerpo de león y cabeza de hombre,
una mirada en blanco y despiadada como el sol,
mueve sus lentos muslos, y en rededor planean
sombras de airadas aves del desierto.
Cae la oscuridad de nuevo, mas ahora sé
 que a veinte siglos de obstinado sueño
 meció en su cuna una pesadilla,
¿y qué escabrosa bestia, llegada al fin su hora,
se arrastra a Belén para nacer?

Traducción: Antonio Rivero Taravillo
De W.B. Yeats, Poesía reunida (Pre-Textos, 2010).

1 comentario:

Sebastián Lalaurette dijo...

Brillante. No había leído estos poemas (salvo el primero, que es inescapable). El del aviador es excelente pero me impresionó vivamente la imagen de Leda; tal vez no le hice justicia a aquel otro.

Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char