domingo, 16 de marzo de 2014

¿Por qué has venido a perturbar mi ocaso?

Hilda Doolittle (HD)

(Bethlehem, Pennsylvania, EE.UU., 1886–Zurich, Suiza, 1961)

2
No soy fantasía poética
sino una realidad biológica

un hecho; una entidad
como ave, insecto, planta

o célula de una alga;
vivo; estoy viva;

cuidado: ignoradme, negadme, no me reconozcáis,

evitadme; porque esta realidad –éxtasis- es contagiosa.
***
 9

Joya amarga, joya amarga
en el corazón del cuenco,

¿cuál es tu color?
¿qué nos ofreces

a quienes nos rebelamos?
¿qué sería de nosotros si a otros amaras?

¿quién es este padre-madre
que nuestra entraña desgarra?

¿cuál es esta dualidad insatisfecha
que no puedes deshacer?

De Trilogía.
Traducción: Natalia Carbajosa.

***
Rosa roja y un mendigo

¿Por qué has venido
a perturbar mi ocaso?
Soy vieja (vieja fui hasta que llegaste);

la más roja de las rosas se despliega
(lo cual es irrisorio
en esta época, este sitio:

es impropio, imposible
y aun ligeramente escandaloso),
la más roja de las rosas se despliega;

(y eso, nadie puede detenerlo,
ninguna inmanente amenaza del aire,
ni aun el mal tiempo

que estraga nuestra fruta del verano),
la más roja de las rosas se despliega
(tendrán que tomarlo en cuenta).
                                                                                                                                                 
Versión al español: Ulalume González de León.
***
En Baia

Debí haber imaginado
en sueños que traerías
algo encantador, peligroso,
orquídeas apiladas en una gran caja,
como quien dijera (en un sueño)
te envío esto,
ya que dejé sin besar
las azules venas de tu garganta.

Pero qué fue que tus manos
(que nunca tomaron las mías),
tus manos que yo podía ver
deslizarse sobre las corolas de las orquídeas
tan cuidadosamente,
tus manos, tan frágiles, que de seguro levantarían
tan suavemente el frágil elemento floral;
ah, ah, cómo fue

Que nunca enviaste (en un sueño)
la forma misma, el perfume mismo,
no pesado, no sensual,
pero peligroso ... peligroso ...
de las orquídeas apiladas en una gran caja,
y por debajo envuelta en un brillante pergamino
alguna palabra:

Flor enviada a una flor;
para manos blancas, pétalos menos blancos
y menos encantadores,

o

de amante a amante, ningún beso,
ningún contacto, sino eternamente esto.

De Hymen, 1921.
Versión de Alberto Girri y William Shand, en Poesía norteamericana contemporánea, Distribuidora Mexicana, Ciudad de México, 1976.
***
Leda

Donde el río lento
se mezcla con la marea,
un cisne rojo alza sus alas rojas
y un pico oscuro,
y bajo el púrpura
de la parte baja de su pecho suave
extiende sus pies de coral.
.
A través del púrpura profundo
del calor que muere
del sol y la niebla,
a ras el rayo de sol
acaricia
el lirio de pecho oscuro
y empluma con oro más rico
su cresta dorada.
.
Donde el lento alzarse
de la marea
entra en el río
y lentamente vaga a la deriva
entre los juncos
y alza las banderas amarillas
él flota
donde se encuentran el río y la marea.

Ah beso real
–no más pena
ni viejas profundas memorias
que arruinen la dicha;
donde la juncia baja crece espesa,
la azucena amarilla
se despliega y reposa
abajo el suave temblor
de alas rojas de cisne
y el tibio estremecerse
del pecho rojo del cisne.

Versión s/d

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char