lunes, 21 de abril de 2014

¡Benditas tú, yo, mi madre, tu madre!

Sayak Valencia - Margarita Valencia Triana - 

(Tijuana, Baja California, México, 1980)

Ciudad de caníbales.
De autos que vuelan a velocidades prodigiosas.
De autosecuestros.
De pasajeros que corren a toda prisa
(tras un
conejo).
De uniformados que cazan vidas.
Aquí bien podría estar el país
de las maravillas,
De las pesadillas.
Aquí no soy Alicia.
***
Oraciones / horadaciones
(para el neoyorca de la barba enrarecida.
Yes, indeed, Allen this is for you)

I

¡Bendita tú caminando por esas calles de ventanas empañadas.
desbordante de confines ininteligibles y de rutas equivocadas.
Bendito el veneno en la garganta y el desamor a destiempo y en deshoras.
Bendito el transcurso de los días y las cicatrices en el rostro y los órganos sentimentales.
Bendito el cielo que se graba en los ojos de todos los que se pierden.
Benditas las hecatombes mentales y los brazos abiertos!

¡Benditas tú, yo, mi madre, tu madre!

!Benditas las soledades y los pavimentos que son todos pupilas llorosas.
Bendito el fin del fin y el paraíso del cuerpo.
Benditos los amaneceres con desconocidos, la niebla y la ciudades desventuradas.
Bendito el tiempo que no retorna.
Bendito todo lo que nos vuelve otra cosa, lo que nos desteje
y susurra palabras sin importancias.
Benditos los clavos y los huecos, sin historias inherentes!

II

Morbidísima Acker,

Que mi cuerpo no sea sombra
sino asombro
Que ninguna ley lo sostenga
Que mi deseo pueda más que la noche de lo masculino y sus recelos
Que el triangulo de mi sexo deje de ser inmanencia
Que mis armas sean las letras.

Desafiantísima,
Que mi carne no sucumba
ante mantos y restricciones,
que nunca la toque la verticalidad de la vergüenza,
Que mi cuerpo diseccione diccionarios y
rompa antónimos prístinos.
Que mi carne drague el goce de ser otra.

III

Prodigiosa Wittig,

Que mi cuerpo me pertenezca entero
desde el quimo, el cartílago
hasta el encéfalo y la médula.

Que el olvido mastoideo
Se reagrupe con la precisión biliar de mi latido.

Que el occipucio y la cabeza dejen de estar expropiados

Bizarrísima,
Dame fuerza para pelearme entera,
para luchar vértebra a vértebra
en la conquista de mis secreciones.

Ayúdame a cruzar a nado el río del conocimiento
sin perder las falanges ni los globos oculares.

Fortaléceme en el exilio
de la verticalidad del pronombre
y del aplastante horizonte de Lesbos.

Te ofrezco las venas de mi cuello
por una salida de emergencia.
***
Qorbán
I

(quema del sacrificio)

Llevas el pelo suelto,
Tiemblas.
Yo sólo puedo pensarte de esta manera.

Estremecida, violenta,
lúbrica y antigua,
con una patina traída del mar y de lo que
invariablemente existe.

[Aquí inicia la hoguera]

II
OUT OF THE TEXT/ FUERA DEL TEXTO

La incandescencia embistiendo al cuerpo
como si te abriera y me abriera, como si.

[romper con saña, sin mesura]

La sacritud puntualísima centella,
inaugura y sierra,
para que el temblor
no abandone nunca.

[Este es el día en el cual tú y yo hablamos a mis espaldas, de mí]

*
OUT OF THE TEXT 

[(borrado)... romper brutalmente (borrado)... las reglas.]
incandescencia, (borrado)… embistiendo el cuerpo (borrado)… como si te abriera y (borrado)… me abriera (borrado)…  abandone nunca.

[Algún día (borrado)... hablaremos de (borrado)... mí misma a mis espaldas.]

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char