jueves, 22 de octubre de 2015

Es verdad que una rosa es una rosa

William Carlos Williams
(Rutherford, Nueva Jersey, EE.UU., 1883-1963)


La acacia en flor

Entre
verdes

ramas
tiesas
viejas

tersas
rotas
vuelve

blanco
dulce
mayo

otra vez

Traducción: Matilde Horne y Carlos Manzano
 *
The Locust Tree in Flower
Among/of/green//stiff/old/bright//broken/branch/come//white/sweet/May//again
**
Dos versiones

LA FALSA ACACIA

Yo persisto como la falsa acacia:
una vez admitida
en el jardín,
no es fácil deshacerse de ella.
Arránquemosla del suelo:
si queda una simple
raicilla
volverá a brotar.
Resulta
halagador pensarme
así. Y también me hace
reír.
Una flor modesta,
parecida a un rosado guisante de olor:
no puedes sino
admirarla
hasta descubrir
sus hábitos.
¿No actuamos nosotros
igual? Sería
indeseable
que el público
se entremetiera en nuestros
pequeños asuntos privados.
No es
que haya algo que esconder
pero ¿podrían
soportarlo? Por supuesto
el mundo se alegraría al descubrir
en qué clase de idiotas nos hemos
convertido.
La cosa es,
¿serían tan
generosos como hemos
sido
nosotros? Se trata, tal
como he dicho, de
una flor
¡increíblemente resistente
a los ataques!
Ignórala
y pronto será un árbol.
Ojalá pudiera decirse lo mismo
de mí y de
lo que me espera.
El poeta mismo,
¿qué piensa de sí de cara
al mundo?
No estaría bien responder,
lo que se siente inclinado a decir:
"No sé". Eso sería
traicionar sus poemas.
Sería mejor contestar:
"Una rosa es una
rosa es una rosa" y dejarlo así.
Una rosa es una rosa
y el poema la iguala
si está bien hecho.
El poeta
no puede menospreciarse
sin menospreciar
su poema
-lo cual resultaría
ridículo.
La vida no da
mayor recompensa.
De modo que,
como esta flor,
persisto,
por lo que pudiera significar.
No soy,
ya sé,
una rosa en la galaxia
de los poetas, pero
¿quién de los otros
se atrevería
a negarme mi puesto?
***
De Viaje al amor. Traducción y prólogo: Juan Antonio Montiel, Lumen, 2009.
***
La acacia rosa

Soy persistente, igual que la acacia rosada,
una vez que la dejan
entrar en el jardín
es muy difícil deshacerse de ella.
Si se la arranca de la tierra,
y queda una raíz
por mínima que sea,
vuelve a brotar.
Pensarme
en esos términos resulta
halagador. Y también es
risible.
Es una flor modesta,
parecida a la arvejilla de olor,
que no se puede menos
que admirar,
hasta que sus costumbres
se vuelven conocidas.
¿No somos todos
un poquito así? Sería
demasiado
si la gente
se entrometiera en las minucias de
nuestra vida privada.
No es
que tengamos nada que ocultar,
¿pero podrían ellos
soportarlo? Por supuesto,
le gustaría al mundo
presenciar
cómo hacemos el ridículo.
La pregunta es
si ellos
serían generosos con nosotros
como nosotros hemos sido antes
con otra gente. Es,
como venía diciendo,
una flor
increíblemente resistente
cuando se la combate.
De ignorársela,
se convierte en un árbol.
Ojalá yo pudiera pensar eso de mí
y de lo que después
ocurrirá conmigo.
El poeta,
¿qué piensa de sí mismo
cuando se enfrenta con su mundo?
No basta con decir,
como acostumbra:
"Nada importante", puesto que el poema
se vería con eso traicionado.
Podría responder
aquello de “una rosa es una rosa
es una rosa”, y concluir con eso.
Es verdad que una rosa es una rosa,
y el poema se iguala con la rosa,
si es que está bien hecho.
El poeta no puede
hablar mal de sí mismo
sin hablar a la vez mal
del poema,
lo cual sería
ridículo.
No hay mayor recompensa
en esta vida.
Y así, como esta flor,
persisto,
por si acaso obtengo algo con ello.
Yo no soy,
ya lo sé,
en la galaxia de los poetas
una rosa,
pero quién me podría
negar
mi lugarcito.

Versión en castellano de Ezequiel Zaidenberg
**
POETA CON CABEZA DE CERDO

Todo lo que hago
todo lo que escribo
me aleja
de quienes quiero

Si es bueno
quedan confundidos
si es malo
avergonzados

Corro un riesgo enorme
hacia el amor que me tienen
camino descalzo
por arenas movedizas.
**
EL TORDO

Hombre afortunado no es demasiado tarde
el tordo
vuela a mi jardín

antes que la nieve
me mira en silencio sin
moverse

su pecho moteado refleja
el trágico invierno
pensamientos     mi amor    a mí mismo

Trad. de Luis Marigómez
Últimos dos poemas tomados de fronterad.com
**
Imagen tomada de diariorionegro.com

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char