Judith Filc
(Buenos Aires, Argentina, 1962. Reside en EE.UU.)
Baldío
Construyeron las montañas con la pulpa reblandecida de los
cimientos.
Los vidrios (el viento había arrancado de cuajo las ventanas),
convertidos a piedrazos en dragones de cinco
cabezas.
La puerta desgajada para el puente levadizo.
Con las chapas fabricaron la muralla. Con los marcos de las
ventanas
guerreros
agazapados esperando el
enemigo.
***
Pulsión
Cuando me terminé de
dar vuelta lo vi
desnucado
quieto
nos la tenían jurada
Me siento junto a la
ventana
corro la
cortina
el sol se te
clava en los
ojos y del
otro lado del
vidrio
no hay
nada
Todos los que se
van
vuelven
El calor invade el
cuarto
brillante de
luz
Los flashes pueden
venir en
cualquier
momento
lo ves al
Pájaro agacharse se está atando el
cordón de la
zapatilla nike
blanca
De repente como si
tropezara se
cae de
bruces contra el
barro
Me mando
enfierrado hasta las
manos y te
veo
amanecido
caminando entre el
pasto verde con un
porro en la
mano
buscando mi
nombre
Inclinarse por la
ventana
abierta hacia la
luz
asir ese momento
único en el que
sucede
todo
**
Vals
Altas ventanas reciben el
sol de la
mañana que
proyecta
sombras
en las paredes
descascaradas
Al otro lado de la
sala
las escaleras dan a un
corredor
bordeado de
puertas
Las valijas están en el
último
cuarto
amontonadas en
desorden
gastadas
No es la primera
vez
Siempre elegís la
misma
El cuero
suave
resiste
ileso
Tus dedos
rozan
apenas las
hebillas
Sabés qué vas a
encontrar:
el costurero
el camisón
(tus dedos
acarician la
seda)
el frasco de
perfume
las flores de
tela que ocultan la
pistola de
juguete
El dedo en el
gatillo
contra tu
sien
Los discos de
pasta
El diario: "Italia se rinde"
La caja de
agujas (la botellita
todavía casi
llena)
Música
invade el
cuarto
Ella baila en su
camisón de
seda con los ojos
cerrados
Ponés la
mano en su
cintura y
girás con el
sol en los
ojos
***
Reparación
Sentís el suelo
blanco y
aterciopelado
enredarse entre los
dedos
ascender por las
piernas
enroscarse
en la
cintura
Te agachás
con cuidado
buscando
entre el
agua
áspera de
restos
las lesiones hacen que retuerza los
brazos formando nudos. Los brazos
se arrastran en
direcciones opuestas hasta
desprenderse
Recogés cada
uno con la
punta de los
dedos
(Encontrar el
lugar
que los
espera)
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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
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