jueves, 10 de marzo de 2016

No esperes la luz de la bengala o un mapa de estrellas

MARCELO DANIEL DÍAZ

(Río Cuarto, Córdoba, Argentina, 1981)

Los dógen 

La fuerza del mundo nos encontró
en una novela de samuráis
hay un diálogo -me decías- de David Carradine
de sueños donde los seres inanimados
buscan el descanso en los peces
por eso borrás tus huellas como si cada paso
fuera un movimiento en el agua.
¿Podríamos cambiar nuestra experiencia descolorida
por la luz de un pez saliendo a flote
en todo su resplandor ? Kung Fu
está siempre solo -decías- caminando
por el desierto. ¿No dibujábamos
el mismo desierto en los bancos del colegio?
Un día te llevaron por fumar marihuana.
No fumábamos por odio, queríamos recuperar
parte del aprendizaje intraducible de nuestros padres.
Ayer volviste del templo
recitaste dos o tres haikus con una precisión envidiable
me acuerdo de eso pero el pez todavía está ahí
desvaneciéndose impreso en nuestros corazones.
***
Cowboys

Por la noche revisás
necrológicas
de repente te preguntás
cómo será cuando aparezca yo
como en esas películas de cowboys
en las que un cuerpo
termina desnudo en una bañera sucia,
pensás en un western
vos y yo representados
por un cardo
rodando al infinito
¿alguien tendrá deseos
de pensar en vos
y en mí, no en otra vida,
sino en esta?
nos iremos degradando,
es lo que ocurre
con las ramas de los árboles
durante el mediodía
juntas, secándose;
podría contarte más
si el corazón no fuera
el auricular negro
que arrojaste al extremo silencio
con la esperanza
de que algún eco
te devuelva la fuerza
para reparar el vacío.
***
Gobi

La autobiografía de los afectos desencontrados
es parecida a un territorio
donde las oportunidades se minimizan o multiplican
dependiendo de la dimensión de tu voz.
Quién diría que en una región
en la que persisten los huesos
de criaturas gigantes de millones de años
no pueda existir un sentimiento más profundo
que el de una piedra. En los últimos glaciales
antílopes poblaron grandes extensiones.
Ahora casi no existen. Mañana es tu último día
en el árido vacío continental.
La arena es una hélice girando sin cesar
del tamaño de un motor nocturno.
No esperes la luz de la bengala o un mapa de estrellas
en un desierto es cosa común
que una venda como de sombras
se convierta en una tumba
para animales que sólo saben extinguirse.

De Bosque chico, Club Hem, La Plata, 2015.

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char