lunes, 26 de junio de 2017

Abres los ojos en la pesada agua del mirar

Élida Manselli

(Buenos Aires, República Argentina, 1941-2013) 


ESTALLA

Golpea Dios
para saciar, rodear
fundir los brotes de luz
y enceguecerme,
descubro la profunda carne que puebla mis días,
cuando el presente es un don,
gloria brillante,
campanillas en las voces del aire,
que estalla, estalla rama fértil del invierno
en esta caducidad de todo.
Bebo cuando me alumbras 
deslumbramiento secreto
como al ángel imposible que bebe su reino,
de espacios que se secan, que florecen
aún caídos, dolientes y no se doblegan.
Hemos rodado con las cabalgaduras
cuando se estrellaba un siglo en las últimas aguas.

¿Quién llegará a relevarnos
desde el fondo de una quimera
que un ramo de Dioses desentierra?
**
AIRE DE SU GIRO

Abres los ojos en la pesada agua del mirar.
Caminas el borde más difícil,
Y tanto es regocijo como pena,
aluvión de formas y colores
que te sitian y deslumbran,
y tanto es tu sombra y la mía,
solitarias cada una
ordenadas cada una
en una vertiente desorbitada.

Abres las cajas olvidadas
y colocas designios y rumores,
destellos de antiguos caminantes perdidos,
besas las flores que murieron
y las que nacen en el gesto
de la bailarina hechizada del aire de su giro.

Resumes los tientos que cuelgan cada mañana
de la luz
y trenzas una palabra cada día,
afirmas y desoyes
y unes los árboles perdidos,
la mirada azul de mi alazán
y un carillón caído en la arena.

Aspirarás a deshacer la trama,
a cautivar fogatas en los vuelos tajantes
de las aves nocturnas,
reirás con tu brillo, tu entraña, tu plegaria.
El temor abrirá tu vida,
verás lo despiadado e inútil
lo imposible e intenso,
esperarás la sombra de los otros,
explorarás planicies y fermentos
de aguas profundas y memorias.

No cubrirás tu rostro,
de tus poros irradiarás otros que vivieron
y reinaron
en la pesada agua del mirar,
no escaparás al mundo,
sólo tendrás el orden de tu cuerpo,
el esplendor de la lámpara,
sostenida por el rigor de tu pensamiento.

A mi hijo
Lucio Leonardo Madariaga


*Copyright 2009 - Élida Manselli Blog - Todos los derechos reservados

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char