viernes, 28 de julio de 2017

Infatigables formas decididas

Foruq Farrojzad

(Teherán, Irán,  1935-id., 1967) 

REGALO

Hablo de lo profundo de la noche
Hablo de lo profundo de la oscuridad
y de lo profundo de la noche hablo:

Si vienes a mi casa amor mío
tráeme una lámpara
y un ventanuco
desde el que pueda mirar la feliz callejuela.
** 
Mi amado

Mi amado
con su cuerpo desvergonzadamente desnudo
Se paró como la muerte
sobre sus piernas

Infatigables formas decididas
siguen los contornos
de la contracción combatiente
de su figura firme

Mi amado
es algo como las generaciones olvidadas
En los rabillos de sus ojos es
como si siempre estuviera montado
un gitano al anca de un jinete
Como un bárbaro,
fascinado de la sangre de la víctima,
brillan sus dientes

Mi amado
tiene un inalcanzable deseo,
como la naturaleza
El reafirma
la incombatible ley del poder

El es libre como un salvaje
como un instinto sano
en los adentros de una isla desabitada
El se saca el polvo de sus zapatos
con trapos de la carpa de Majnon

Mi amado
desde el comienzo de su
existencia ha estado ausente,
como un dios en el Templo de Nepal
El es un hombre de los milenarios recuerdos
de la verdadera belleza

Igual que el olor de un niño
despierta a su alrededor
constantemente inocentes recuerdos a la vida
El está lleno de violencia y desnudez
como una hermosa canción

Con sinceridad
él ama
la semilla de la vida,
el grano de la tierra,
el dolor del hombre,
dolores verdaderos

Con sinceridad
él ama
una calle,
un árbol,
una copa de helado,
un cordel de la ropa

Mi amado
es una simple persona
simple como yo
en el monstruoso país del mal,
escondido entre los montes
de mis senos
como los restos sobrevivientes de una curiosa religión.


de Nuevo Nacimiento, Ediciones del Oriente y del Mediterráneo/
Versiones de Clara Janés y Sahand

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char