domingo, 3 de noviembre de 2013

Todo significa nada

VINICIUS DE MORAES

(Marcus Vinícius da Cruz de Mello Moraes)
(Río de Janeiro, Brasil, 1913-id., 1980) 

MARIPOSAS

Blanco
Azul
Amarillo
Y Negro
Jugar
A la luz
La hermosa
Mariposas

Mariposa blanca
Es alegre y franca.

Mariposas azules
Al igual que una gran cantidad de luz.

La rayuela
¡Son tan cursis!

Y el negro, entonces ...
¡Oh, esa oscuridad!

De El Arca de Noé
Vinicius de Moraes, José Olympio Editora Librería: 1984, Río de Janeiro, Brasil.
***
Fidelidad

De todo a mi amor estaré atento
Antes, y con tal celo, y siempre, y tanto
Que aun enfrente del mayor encanto
De él se encante más mi pensamiento.

Quiero vivirlo en cada vano momento
Y en su honor he de esparcir mi canto
Y reír mi risa y derramar mi llanto
A su pesar o a su contento.

Y así, cuando más tarde me procure
Quién sabe la muerte, angustia de quien vive
Quién sabe la soledad, fin de quien ama

Que yo pueda decirme del amor (que tuve):
Que no sea inmortal, puesto que es llama,
Pero que sea infinito mientras dure.

Traducción de Angélica Vaz da Silva y Diego Casas Fernández.
***
La rosa de Hiroshima

Piensen en la criaturas
Mudas telepáticas
Piensen en las niñas
Ciegas inexactas
Piensen en las mujeres
Rotas alteradas
Piensen en las heridas
Como rosas cálidas
Pero ¡oh! no se olviden
De la rosa de la rosa
De la rosa de Hiroshima
La rosa hereditaria
La rosa radioactiva
Estúpida e inválida
La rosa con cirrosis
La anti-rosa atómica
Sin color sin perfume
Sin rosa sin nada.
***
La hora íntima

¿Quién pagará el entierro y las flores
si yo muero de amores?

¿Qué amigo será tan amigo
que en el entierro esté conmigo?

¿Quién, en medio del funeral
dirá de mí: "Nunca hizo el mal...?

¿Quién borracho, llorará en voz alta
por no haberme traído nada?

¿Quién deshojará violetas
en mi tumulto de poeta?

¿Quien lanzará tímidamente
al suelo un grano de simiente?

¿Quién mirará, cobarde,
la estrella de la tarde?

¿Quién me dirá palabras mágicas
que hagan empalidecer a los mármoles?

¿Quién, oculta en velos oscuros,
se crucificará por los muros?

¿Quién, con el rostro descompuesto,
sonreirá: Rey muerto, rey puesto...?

¿Cuántas, en presencia del infierno
sentirán dolores de parto?

¿Cuál la que, blanca de recelo,
tocará el botón de su seno?

¿Quién loca ha de caer de
hinojos sollozando tantos sollozos
que despierte recelos?

¿Cuántos, los maxilares contraídos,
con sangre en las cicatrices
dirán: Fue un loco amigo...?

¿Qué niño mirando a la tierra
y viendo moverse a un gusano
tendrá un aire de comprensión?

¿Quién, en circunstancia oficial,
propondrá para mí un pedestal?

¿Qué llegados de la montaña
tendrán circunspección tamaña
que he de reír blanco de cal?

¿Cuál la que, el rostro al viento
lanzará un puñado de sal
en mi guarida de cemento?

¿Quién cantará canciones de amigo
el día de mi funeral?

¿Cuál la que no estará presente
por motivo circunstancial?

¿Quién clavará en el seno duro
una hoja oxidada?

¿Quién, con verbo inconsútil,
ha de orar: La paz le sea dada?

¿Cuál el amigo que, a solas consigo,
ha de pensar: No será nada...?

¿Quién será la extraña figura
a un tronco de árbol recostada
con mirar frío y aire de dudas?

¿Quién conmigo se abrazará
y tendrá que ser arrancada?

¿Quién va a pagar el entierro y las flores
si yo muero de amores?

Versión de César Conto
***
De Antología sustancial, editorial Adriana Hidalgo, Cristian de Nápoli, antólogo y traductor.

De Novos Poemas (1938)
El falso mendigo

Madre, manda comprar un kilo de papel rayado a la tienda
Quiero hacer una poesía.
Dile a Amelia que prepare un refresco bien helado
Y me lo traiga cuando pueda.
No corran, no hablen, cierren todas las puertas con llave
Quiero hacer una poesía.
Si llaman por teléfono, sólo estoy para María
Si es el Ministro, hasta mañana no estoy
Si alguien llama de broma, pásamelo rápido
Tengo un tedio enorme de la vida.
Dile a Amelia que sintonice la Patética en la radio
Y si pasa algo terrible ven enseguida a contarme
Si reventó el aneurisma de doña Ángela, me avisas
Tengo un tedio enorme de la vida.
Llama a la abuela Nenem, que te cuento algo bien inocente
Quiero hacer una gran poesía.
Cuando llegue mi padre tráiganme pronto la edición de la tarde
Si me quedo dormido, por amor de Dios, despiértenme
No quiero perderme nada de la vida.
¿Me hicieron picos de ruiseñor para la cena?
¿Pusieron en su lugar mi pipa y mis poetas?
Tengo un tedio enorme de la vida.
Madre, ando con ganas de llorar
Tengo taquicardia, dame un remedio
No, mejor déjame morir, quiero morirme, la vida
Ya no me dice nada más.
Le tengo rechazo a la vida, quiero escribir el mejor poema del mundo
Quiero morirme inmediatamente.
Llama al Presidente y pídele que cierre todos los cines
Ya no soporto trabajar de censor.
Ah, y piensa en algo, madre, algo para distraer a tu hijo
Tu falso, tu miserable, tu sórdido hijo
Que estalla de fuerza, sacrificio, violencia, dedicación
Que podría picar piedras alegremente
Hacer negocios cantando
Consagrarse a la abogacía con sonrisa puntual
Si no fuera que con eso estaría perdiendo lo que por fatalidad de amor
Sabe que es lo mejor, lo más dulce y más eterno de tu purísima caricia.
***
De Para viver um grande amor (1962)
Las mujeres huecas
Headpiece filled with siraw
T.S. Eliot, “The Hollow Men”

Nosotras, las inorgánicas
Frías estatuas de talco
En nuestro aliento, champaña
En las piernas, tacos altos
Nuestra piel es fluorescente
Dulce y refrigerada
Y en nuestra charla ausente
Todo significa nada.

Nosotras, las longilíneas
Lentas madonas de boate
Iluminamos las pistas
Con nuestros rostros de ópalo.
Vamos en cámara lenta
Sin sonreír demasiado
Miramos como sin ver
Con nuestros ojos cromados.

Nosotras, las soñolientas
Monjas del tedio inconsútil
En nuestro oscuro convento
La orden manda ser fútil.
Fuimos alumnas bilingües
En cristianos institutos
Pero adorar, adoramos
A Mamón, el dios astuto.

Nosotras, chicas de clase
Hijas de Oro y Miseria
El talento no nos place
La estupidez nos alegra.
Amamos la vida fría
Y todo lo que refleja
La aséptica compañía
De los zánganos de abeja.

Nosotras, las bailarinas
Augures del cataclismo
Bailando en la cuerda floja
Las canciones del abismo.
Y nada nos incomoda
Porque siempre está el que paga
El lujo de ir a la moda
En Arpels o Balenciaga.

Nosotras, chicas de clase,
De helado encanto letal
Dormimos también en pose
En ataúd de cristal
Y nos sacamos del rostro
Nuestra máscara de cal
Para el cocktail por la tarde
Y la columna social.

***
La brusca poesía de la mujer amada

Lejos de los pescadores los ríos interminables
  van muriendo de sed lentamente...
Fueron vistos caminando de noche hacia el amor
  -¡oh, la mujer amada es como una fuente!
La mujer amada es como el pensamiento del filósofo
  que sufre
La mujer amada es como el lago que duerme en el cerro
  perdido.
¿Pero quién es esa misteriosa que es como un cirio
  crepitando en el pecho,
Esa que tiene ojos, labios y dedos de formas inexistentes?
Por el trigo naciente en los campos de sol la tierra
  amorosa elevó el rostro pálido de los lirios
Y los labradores se fueron convirtiendo en príncipes
  de manos delicadas y rostros cambiantes...
Oh, la mujer amada es como la ola solitaria que se forma
  distante de las playas,
Posada mucho más allá del fondo estará la estrella.
***
Se necesita un amigo

No es necesario que sea hombre,
basta que sea humano,
basta que tenga sentimientos,
basta que tenga corazón.

Se necesita que sepa hablar y callar,
sobre todo que sepa escuchar.

Tiene que gustar de la poesía,
de la madrugada, de los pájaros, del Sol,
de la Luna, del canto, de los vientos
y de las canciones de la brisa.

Debe tener amor, un gran amor por alguien,
o sentir entonces, la falta de no tener ese amor.
Debe amar al prójimo y respetar el dolor que
los peregrinos llevan consigo.
Debe guardar el secreto sin sacrificio.
Debe hablar siempre de frente y
no traicionar con mentiras o deslealtades.

No debe tener miedo de enfrentar nuestra mirada.
No es necesario que sea de primera mano,
ni es imprescindible que sea de segunda mano.
Puede haber sido engañado,
pues todos los amigos son engañados.
No es necesario que sea puro,
ni que sea totalmente impuro,
pero no debe ser vulgar.

Debe tener un ideal, y miedo de perderlo,
y en caso de no ser así,
debe sentir el gran vacío que esto deja.
Tiene que tener resonancias humanas,
su principal objetivo debe ser el del amigo.
Debe sentir pena por las personas tristes
y comprender el inmenso vacío de los solitarios.
Se busca un amigo para gustar
de los mismos gustos,
que se conmueva cuando es tratado de amigo.

Que sepa conversar de cosas simples,
de lloviznas y de grandes lluvias y
de los recuerdos de la infancia.
Se precisa un amigo para no enloquecer,
para contar lo que se vio de bello y
de triste durante el día, de los anhelos
y de las realizaciones, de los sueños y de la realidad.

Debe gustar de las calles desiertas,
de los charcos de agua y los caminos mojados,
del borde de la calle, del bosque después de la lluvia,
de acostarse en el pasto.
Se precisa un amigo que diga que vale la pena vivir,
no porque la vida es bella, sino porque estamos juntos.

Se necesita un amigo para dejar de llorar.
Para no vivir de cara al pasado,
en busca de memorias perdidas.
Que nos palmee los hombros,
sonriendo o llorando,
pero que nos llame amigo,
para tener la conciencia de que aún estamos vivos.

Traducción: Pedro Casas Serra
***
Los acróbatas

¡Subamos!
Subamos arriba
Subamos más arriba, subamos
Por encima de más arriba, !subamos!
Con la fuerza física de los brazos
Inevitablemente ascenderemos
El gran mar de estrellas
A través de milenios de luz.

¡Subamos!
Como dos atletas
El rostro petrificado
En la pálida sonrisa del esfuerzo
Subamos arriba
Con la fuerza física de los brazos
Y los músculos desmesurados
En la calma convulsa del ascenso.

¡Oh!, arriba
Más lejos que todo
Más lejos, ¡más lejos que por encima de lo más lejos!
Como dos acróbatas
Subamos, lentísimos
Allá donde el infinito
De tan infinito
Ni nombre tiene
¡Subamos!

Tensos
Por la cuerda luminosa
Que pende invisible
Y cuyos nudos son astros
Quemando en las manos
Subamos al aria
Del gran mar de estrellas
Donde duerme la noche
¡Subamos!

Tú y yo, herméticos
Las nalgas duras
La carótida nudosa
En la fibra del cuello
Los pies agudos en punta.

Como en el espasmo.

Y cuando
Allá, arriba
Más allá, más lejos que por encima del más allá
Delante del velo de Betelgeuse
Tras el país de Altair
Sobre el cerebro de Dios

En un último impulso
Liberados del espíritu
Despojados de la carne
Desnudos nos poseeremos.

Y moriremos
Moriremos alto, inmensamente
INMENSAMENTE ALTO.

Versión de Pedro Casas Serra

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char