domingo, 28 de diciembre de 2014

Para caer a tierra ya queda tiempo

JOAN MANUEL SERRAT
Aldea de Albarracín, Teruel, España

(Barcelona, España, 1943)

CANCIÓN DE MADRUGADA 

Nos lo ha de decir la voz temblorosa
y triste de un campanario.
Un golpe de luz y el grito de una garza
que ha despertado con hambre y busca
entre trigos y avenas
cualquier cosa para llenar el buche.
O tal vez un gallo
que en el corral canta:
la noche ha muerto, y ya clarea.

Mientras yo canto, de madrugada,
la aldea duerme todavía.

Se han despertado mojadas las hojas
del campo de alfalfa vecino.
Se sacuden el agua del rocío
mientras llega la madrugada
y el sol que las calienta,
hasta que las corten de un golpe de hoz.
Alzan la cabeza
mojada y fresca.
Para caer a tierra ya queda tiempo.

En la aldea llora un niño
y por las afueras corren los corderos.

Con el zurrón y la bota a la espalda,
con un bastón en la mano,
se van el pastor y su perro guardián,
se van hacia otros pastos.
Cruzando ríos y cabañas,
a las montañas quieren volver.
Salen con la aurora,
es preciso salir temprano:
el camino que han de hacer es muy largo.

Hacia la aldea ya viene el payés,
la bolsa vacía y el carro lleno

de rojo tomate y de verduras
cogidas de su huerto.
La mula suda, el carro chirría
y el hombre cierra los ojos y sueña,
mientras el sol se levanta
desde un lecho de encinas, deslumbrando
a las viejecitas
que marchitaditas,
hacia la iglesia van caminando.

Y ahora yo canto, de madrugada.
La aldea duerme todavía.
**

Ens ho ha de dir la veu tremolosa 
y trista d'un campanar. 
Un cop de llum i el crit de d'una garsa 
que ha despertat amb fam i busca 
per entre blats i civades 
qualsevol cosa per omplir el pap. 
O potser un gall 
que dins la cort canta: 
la nit és morta i ja es fa clar. 

Mentre jo canto, de matinada, 
la vila és adormida encara. 

S'han despertat mullades les fulles 
del camp d'alfals veí. 
S'espolsen l'aigua de la rosada 
mentre que arriba la matinada 
i el sol que les escalfa 
fins que les tallin d'un cop de falç. 
Alcen la testa 
mullada i fresca. 
Per a caure a terra massa temps hi ha. 

Dintre la vila ja plora un nen 
i pels afores corren els bens. 

Amb el sarró i la bóta a l'esquena, 
amb un bastó a la mà, 
se'n va el pastor i el seu gos d'atura, 
se'n van cap unes altres pastures. 
Trencant rius i cabanyes 
a les muntanyes volen tornar. 
Surt amb l'aurora, 
cal sortit d'hora: 
el camí que han de fer és molt llarg. 

Cap a la vila ja ve el pagès, 
la bossa buida i el carro ple 

de roig tomàquet i de verdures 
collides del seu hort. 
La mula sua i el carro crida 
i l'home tanca els ulls i somnia 
mentre el sol es lleva 
d'un llit d'alzines, enlluernant 
les velletes 
que pansidetes, 
cap a l'església van caminant. 

I ara jo canto de matinada, 
la vila és adormida encara. 

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
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No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char