jueves, 3 de marzo de 2016

Puedo dejar eso que no soy en algún lugar

Laura Elena Carnovale
(Santa Rosa, La Pampa, Argentina. Reside en General Pico, La Pampa)

día 2

Abre las ventanas y pone a  andar la casa.
Ceba un mate
otro,
otro.
Ceba uno más,
y ceba otro,
y se va ella
escurriendo sobre  la mesada
entre los platos de la noche
mientras se pregunta
y se contesta:
¿Por qué las casas tienen ventanas?
Porque las casas miran desde adentro.
***
día 5
“la tierra acuchillada no sangra”
Daniela Pascual

Puedo dejar eso que no soy en algún lugar
lo acomodo con cuidado
lo lustro
lo vuelvo a acomodar
lo miro,
o puedo arrojarlo contra la pared
y entonces estalla en diminutas vaciedades.
Infinitas partículas de no ser
se pegan a los vidrios.

Rojo es el final de la tarde
que se cuela entre los paños de la cortina


Qué absurdo es creer
que la nada no sangra.
***
día 26

La siesta trae sol y otras cosas.
Hay una pequeña verbena
en el baldío.
Un ramillete lila
que se abre entre el pasto puna y la arena.

La belleza siempre encuentra un lugar
para encender lo opaco.
***
otro día, 
                  (cualquier día)


Blanca es la pared
nueva y blanca
blancas las cortinas
el piso aún más blanco
blanca la cocina.

Apago la luz
y escribo.

De Tengo un cielo en la cocina, Ed. Ruinas Circulares, 2016.

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char