Allen Ginsberg
(EE.UU., 1926-1997)
AMÉRICA
América te lo he dado todo y ahora no soy nada.
América dos dólares y veintisiete centavos 17 de febrero de
1956.
No resisto mis propios pensamientos.
¿América cuándo pondremos fin a la guerra humana?
Andá y hacete mierda vos misma metete tu bomba atómica en el orto.
No me siento bien no me molestes.
No escribiré mi poema hasta que mi mente no se serene.
¿América cuándo serás angélica?
¿Cuándo te quitarás la ropa?
¿Cuándo te observarás a ti misma a través de la tumba?
¿Cuándo merecerás a tu millón de Trotskistas?
¿América por qué tus bibliotecas están inundadas de lágrimas?
¿América cuándo enviarás tus huevos a la India?
Me enferma la locura de tus demandas.
¿Cuándo podré entrar a un supermercado y obtener aquello que
necesito a cambio de mi belleza personal ?
América después de todo somos vos y yo los perfectos y no el
próximo mundo.
Tu maquinaria es demasiado para mí.
Has desarrollado en mí el deseo de santidad.
Debe de existir alguna otra manera de solucionar esta discusión.
Burroughs está en Tánger no creo que regrese
esto es siniestro.
¿Deseás ser siniestra o ésta es sólo una de las formas de tu humor?
Trato de llegar al punto.
Me niego a olvidar mis obsesiones.
América no me presiones sé lo que hago.
América los pimpollos del ciruelo están cayendo.
Hace meses que no leo los diarios, todos los días alguien es sometido
a juicio por asesinato.
América los obreros industriales me transforman en un sentimental.
América en mi niñez fui comunista y no me arrepiento.
Fumo marihuana cada vez que tengo la oportunidad.
Me siento en mi casa durante días interminables y observo las rosas
en el ropero.
Cuando visito el Barrio Chino me emborracho y nunca tengo
relaciones sexuales.
Mi mente está decidida habrá problemas.
Deberías haberme visto leyendo a Marx.
Mi analista dice que tengo toda la razón.
No diré las Oraciones del Señor.
Tengo visiones místicas y vibraciones cósmicas.
América todavía no te he dicho lo que le hiciste al tío Max después de
que él llegó de Rusia.
Escuchame te estoy hablando.
¿Vas a dejar que tu vida emocional sea dirigida por la revista Time?
Estoy obsesionado por la revista Time.
La leo todas las semanas.
Sus tapas me miran de reojo cada vez que paso por el quiosco de la
[esquina.
La leo en el sótano de la Biblioteca Pública de Berkeley.
Siempre me está hablando de responsabilidades.
Los hombres de negocios son personas serias.
Los productores cinematográficos son serios.
Todos son serios —excepto yo.
Se me ocurre que yo soy América.
Hablo conmigo mismo nuevamente.
Asia se rebela contra mí.
No poseo las oportunidades de un chino.
Será mejor que considere mis recursos nacionales.
Mis recursos nacionales consisten en dos porros de marihuana
millones de genitales una impublicable literatura privada que
circula a 1400 millas por hora y veinticinco mil instituciones
mentales.
No digo nada acerca de mis prisiones ni de los millones de seres sin
privilegios que viven en mis macetas bajo la luz de quinientos
[soles.
He abolido los prostíbulos de Francia, ahora le tocará el turno a
[Tánger.
Mi ambición es ser Presidente a pesar de que soy Católico.
¿América cómo puedo escribir santas letanías inspirándome en la
estupidez de tu estado de ánimo?
Proseguiré como Henry Ford mis estrofas son tan individuales como
sus automóviles es más son todas de distinto sexo.
América venderé estrofas a $ 2.500 cada una $500 al contado por tu
[estrofa de segunda mano.
América liberá a Tom Mooney
América salvá a los Republicanos Españoles
América Sacco y Vanzetti no deben morir
América yo soy los muchachos de Scottsboro.
América cuando tenía siete años mi mamá me llevaba a
las reuniones de una célula comunista ellos nos vendían
garbanzos un puñado por cada bono y cada bono costaba una
moneda y los discursos eran gratuitos todos eran angélicos y
sentimentales respecto de los obreros todo era tan sincero que
no tenés una idea de lo bueno que era el partido en 1835
Scott Nearing era un gran anciano verdadero sabio la señora.
Bloor me hizo llorar una vez vi la sencillez de Israel Amter.
Todos deben de haber sido espías.
América en realidad no querés ir a la guerra.
América son ellos los malos, los rusos.
Ellos los rusos —los rusos y los chinos y ellos los rusos.
La Rusia nos quiere comer vivos. El poder de la Rusia está loco.
Ella desea quitarnos los automóviles de nuestros garajes.
Sus deseos atrapar Chicago. Sus necesidades una Selecciones del
Readers' Digest ROJA. Sus deseos nuestras plantas
automotrices en Siberia. La gran burocracia administrando
nuestras estaciones de servicio.
Eso no bueno. Ugh. Ella hacer Indios aprender leer. Ella necesitar
grandes oscuros negros. Hah. Ella hacer nosotros trabajar
dieciséis horas al día. Auxilio.
América esto es bastante preocupante.
América ésta es la impresión que obtengo luego de mirar
televisión.
¿ América tengo razón?
Es mejor que me dedique al trabajo.
Es verdad, no deseo ingresar en el ejército ni ser tornero en una
fábrica de instrumentos de precisión, de todos modos soy corto de
vista y psicopático.
América voy a poner el hombro, mi hombro marica a la rueda.
Versión de Esteban Moore H.
Cortesía de Matías Rivas
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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
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