miércoles, 27 de septiembre de 2017

Deja que el viento murmure sobre las flores perfectas

ERNEST C. DOWSON
(Lee, Kent, 1867-Londres, 1900)

Vitae summa brevis spem nos vetat incohare longam*

No duran mucho tiempo, los llantos y las risas,
    el amor y el deseo y el odio:
creo que no forman parte de nosotros tras
    que atravesamos la puerta.

No duran mucho tiempo, los días de vino y rosas:
    como desde un vago sueño
el camino surge un instante, luego se pierde
    en el interior de un sueño.

*Horacio, Oda I. 4. 15. “La vida tan breve no admite esperanza larga”. 
Traducción de A. Catalán
**
They are not long, the weeping and the laughter,
Love and desire and hate:
I think they have no portion in us after
We pass the gate.

They are not long, the days of wine and roses.
Out of a misty dream
Our path emerges for a while, then closes
Within a dream.
***
Amor Profanus

Más allá de la pálida memoria,
En algún misterioso bosque oscuro;
Existe un lugar hecho de sombras,
Silencioso bajo la bóveda de árboles,
Un lugar olvidado por el sol:
He soñado que allí nos reuníamos
Para maravillarnos de nuestro antiguo amor.

Reunidos allí por casualidad, largos años habían pasado,
Hemos vagado por la espesura sombría;
Y aquel antiguo lenguaje del corazón
Intentamos en vano evocar: ¡Oh, que melodía furtiva!
Sobre nuestros pálidos labios han corrido
Las aguas del olvido,
Que corona el amor de todos los mortales.

En vano balbuceamos; desde lejos,
Nuestro viejo deseo brilló frío y muerto:
Esa vez fue lejano como una estrella,
Cuando los ojos alumbraban y los labios eran carmesí.
Sin embargo fuimos con los ojos abatidos,
Sin encontrar placer en la cercanía,
Como dos pobres sombras desconsoladas.

¡Oh, Amor! Mientras la vida es nuestra,
No acumules las bellezas rosas y blancas,
Pero arranca la hermosura que huye de las flores
Para que adornen nuestro pequeño sendero de luz:
Pues pronto habremos de ahogarnos
En la amarga hierba de los muertos.
Separados, tristes espectros de la noche.

Versión sin datos.
***
El jardín de las sombras

El Amor ya no escucha el gemido del viento
bailando entre flores perfectas: Tu cerrado jardín
Crece en desérticas formas, donde nadie podrá encontrar
El extraviado pétalo de una rosa olvidada.

¡Oh, Brillante, brillante cabello!
¡Oh, Boca, labios trémulos como la fruta que cae del árbol
¿Puede el hambre permanecer cerca de esa cosecha?
El Amor, que fue sinfonía, con su laúd quebrado
Susurrará melodías sobre la hierba de los camposantos.

Deja que el viento murmure sobre las flores perfectas,
Y que el jardín renazca y brille con la primavera:
El Amor ha crecido ciego sin contar las horas,
Sin soñar en las semillas del tiempo, ni en su cosecha.

Versión sin datos.
***
Una última palabra

Vayamos entonces: la noche está a nuestro alcance;
El día yace exhausto, todas las aves han volado;
Y nosotros hemos cosechado la siembra de los dioses;
Muerte y desesperación, honda oscuridad sobre la tierra
Jóvenes como el búho, no podemos comprender
Ni el llanto ni la risa, pues sólo conocemos la vanidad:
Que ha impulsado nuestra perversa desolación.

Vayamos entonces: hacia un ignoto sitio, extraño y frío;
A las Tierras Vacías, donde los justos e injustos
Encuentran su fin, donde descansan los viejos;
Liberados del amor, del miedo y la lujuria.
Unamos las manos desgarradas, roguemos al suelo que rodee
Nuestros corazones enfermos y los disuelva en polvo.


Versión sin datos.
**Let us go hence: the night is now at hand;
The day is overworn, the birds all flown;
And we have reaped the crops the gods have sown;
Despair and death; deep darkness o'er the land,
Broods like an owl; we cannot understand
Laughter or tears, for we have only known
Surpassing vanity: vain things alone
Have driven our perverse and aimless band.

Let us go hence, somewhither strange and cold,
To Hollow Lands where just men and unjust
Find end of labour, where's rest for the old,
Freedom to all from love and fear and lust.
Twine our torn hands! O pray the earth enfold
Our life-sick hearts and turn them into dust.

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char