jueves, 7 de noviembre de 2013

Algarrobo y pérdidas y caléndulas

GABRIEL ROEL 

(Diamante, provincia de Entre Ríos, Argentina, 1971. Actualmente, reside en la Ciudad de México)

BABEL DE NOCHE

Como una vaca sin cencerro, sí, perdida
Marisa Paredes en el mejor Almodóvar.
Nombres extravíos cánticos
Guadalupe Pineda enamorada de su diputado.
Porque Zócalo es este mundo, amor,
y así danzo desde el hiato de estos escalones
con tu foto.
Bailo de puro osco almibarado el filme dulciferino
en la superficie lustrosa kistch llena de lozas
color californiano peronista,
refractando la bola de espejitos girantes
en medio de la música y tu cuerpo.
Lento.
Espumante.
Extraviado y vacuno con montura ladeada y en pelo.
entre florecillas de alfalfa.
Gerundios y lavanda.
Reservados y cuencos.
Algarrobo y pérdidas y caléndulas.
Guadalupe Pineda en tránsito de altares.
Marisa Paredes en pavesas de alcanfor.
Porque la noche es de Babel los mostradores
y mi mano en tu espalda tiara del brillo

salida de la noche que alone surfea

el arco iris el volcán el mar a oscuras.
***
Las Ramas

Bandada en armadura
las cadenas de hamaca
a silbos de liana.
Afónicas y sordas.
Cisnes signo de ninfas
del barro a la barranca.
Método, rudimento,
ombligo
el vértigo
en el yute.

Fusta de singladura,
yunta sobre escamas.
A los hombros
y remos
toda boca de lobo
es de remanso,
arcilla. Sumidero.
***
Rampa a Rapallo

Seguí la línea
roja para carros
sin frenos,
sobre nivel del mar.
Cabeza al pedregal
en cada vez más montoncitos
revuelto de metraje y cantera.
Nada más rodar sin estrellas, estrellado.
Las ciudades del sudeste abajo en cada tanto
de océanos de lucecitas.
Viento y trayectoria de pavimento en carretera
por las rocas benévolas, salvadoras insufladas de hálito
al asfalto.
Messico en el letrero indica lo que resta de camino.
En medio de la nada de montañas.
Veneto no pertenece a los relojes de ningún
velocímetro que pronuncie beso de la contingencia
inigualable de quien salvado el cuerpo y su cabeza abrace
o sea abrazado. Del real del regreso.
***
LA PUPILA DEL CERO

La hora del ahora es una plaza.
Deseo. Piedra libre del fuego sobre el cielo.

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char