(Vinci, Italia, 1452–Amboise, Francia, 1519)
Soneto moral
Quien quiera lo imposible, otro pretenda;
que es lo imposible pretender locura.
Sabio es el hombre, pues, cuando sin cura
de lo que no ha de ser se desentienda.
Eche a saber, poder o ansiar la rienda,
pues es dolor cuanto el deseo procura;
y así puede tan solo esta atadura
llevar la razón fuera de su senda.
No siempre se ha de ansiar lo que se puede,
que amargo el dulce al fin se vuelve presto:
yo al tener lo que ansié ya lloré en breve.
Así, pues, tú lector, en esto cede:
si a ti quieres ser bueno, y caro al resto;
quiere siempre poder lo que se debe.
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Aforismos
Leonardo al lector
1. Considerando que no podía encontrar una materia de gran utilidad o agrado, puesto que los hombres nacidos antes que yo habían tomado para sí todos los temas útiles y necesarios, haré como el que, a causa de su pobreza, llega el último a la feria y, no pudiendo surtirse de otro modo, compra cosas ya vistas por los otros y desechadas por ellos a causa de su escaso valor.
2. Emplearé en la adquisición de esa mercadería despreciada, rechazada y proveniente de muchos mostradores, mi escaso peculio, y así recorreré no las grandes ciudades, sino los pobres caseríos, distribuyendo las cosas de que dispongo y recibiendo por ellas el precio que merecen.
3. Empezado en Florencia, en la casa de Braccio Martelli, el 22 de marzo de 1508, todo esto forma una recopilación sin orden de muchas hojas sueltas, a la espera de clasificarlas según la materia de que tratan. Creo que, antes de llegar al fin, repetiré muchas veces las mismas cosas. Si ello ocurre, no me critiques, lector. Las cosas son en gran número y la memoria no puede retenerlas todas. Yo no quisiera escribir lo que ya he dicho; mas para no incurrir en ese error, sería menester que cada vez que agrego algo, releyese todo lo pasado, lo que me ocuparía mucho tiempo, pues escribo a largos intervalos y fragmento por fragmento.
4. Que no me lea quien no sea matemático, porque yo lo soy siempre en mis principios.
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La pintura es poesía muda; la poesía pintura ciega.
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Si un hombre es perseverante, aunque sea duro de entendimiento, se hará inteligente; y aunque sea débil se transformará en fuerte.
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Una obra de arte nunca se termina, solo se abandona.
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El olfato indica con menos certeza el lugar de donde procede un olor; pero el gusto y el tacto sólo tienen la exacta noción del objeto que tocan.
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El hombre posee gran razonamiento, pero en su mayor parte vano y falso; los animales lo tienen menor, pero útil y verídico, y más vale una pequeña certeza que un gran engaño.
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Si queréis saber cómo habita el alma en el cuerpo, os bastará observar cómo usa el cuerpo de su cotidiana habitación: si ésta es desordenada y confusa, desordenado y confuso será el cuerpo poseído por el alma.
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Si encontráis a un hombre virtuoso y bueno, no lo apartéis de vosotros; honradlo para que no tenga que huir de vosotros y refugiarse en desiertos o cavernas u otros lugares solitarios, lejos de vuestras insidias; miradlos como a dioses terrestres, merecedores de estatuas y simulacros.*
En el número de los tontos, hay una secta de hipócritas que se dedican continuamente a engañarse a sí mismos y a engañar a los otros, más a los otros que a sí mismos, aunque de hecho se engañan más a sí mismos que a los otros. Y son éstos los que reprenden a los pintores, porque estudian los días de fiesta cosas atingentes al verdadero conocimiento de todas las figuras con que se muestran las obras de la naturaleza y, solícitamente, se ingenian en adquirir ese conocimiento hasta donde les es posible.
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El hombre posee gran razonamiento, pero en su mayor parte vano y falso; los animales lo tienen menor, pero útil y verídico, y más vale una pequeña certeza que un gran engaño.
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No me parece que los hombres groseros, de costumbres bajas y de poco ingenio, merezcan tan bello organismo ni tal variedad de rodajes como los hombres especulativos y de gran talento. Los primeros no son más que un saco a donde entra y de donde sale lo que comen, pues nada me prueba que participen de la naturaleza humana, salvo en la voz y en la figura; en todo lo demás son bastante semejantes a las bestias. Debiera llamárseles fabricantes de estiércol y rellenadores de letrinas, porque no es otro su oficio en el mundo. Ninguna virtud ponen en práctica. Letrinas llenas, es todo lo que queda de su paso por la Tierra.
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El hombre es víctima de una soberana demencia que le hace sufrir siempre, en la esperanza de no sufrir más; y la vida le escapa mientras espera gozar de los bienes que ha adquirido al precio de grandes esfuerzos.
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Los ambiciosos que no se contentan con el beneficio de la vida y la belleza del mundo, tienen por castigo el no comprender la vida y el quedar insensibles a la utilidad y belleza del universo.
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Como un día bien empleado procura un dulce sueño, así una vida bien utilizada conduce a una dulce muerte.
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Cuántos emperadores y príncipes han pasado sin dejar recuerdo. Sólo se propusieron conquistar Estados y riquezas para que les sobreviviera su memoria. Cuántos, al contrario, vivieron pobres de dinero, para poder adquirir virtudes: y su deseo se ha cumplido en tanto cuanto la virtud sobrepasa a la riqueza.
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Debes reprender en secreto a tu amigo y alabarlo en público.
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Pide consejo al que sabe corregirse a sí mismo.
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El mal que no me perjudica es como el bien que no me aprovecha.
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No reneguemos del pasado.
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Las amenazas sólo son armas para el amenazado.
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Quien no castiga el mal ordena que se haga.
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El que pretende enriquecerse en un día, se verá apremiado durante un año.
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He aquí una cosa que cuanto más se necesita menos se estima: el consejo.
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Mal haces si alabas, y peor si reprendes una cosa que no entiendes bien.
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La justicia requiere poder, inteligencia y voluntad, y se asemeja al águila.
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No existe mayor ni menor señorío que el sí mismo.
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Se expone a daños quien se gobierna por el consejo de los jóvenes.
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Donde entra la ventura, la envidia le pone asedio y la combate. Cuándo nos abandona, nos deja el dolor y el arrepentimiento.
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Quien no estima la vida no la merece.
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Cosa bella mortal pasa y no dura.
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La hiedra tiene larga vida.
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En la descripción del hombre deben comprenderse los animales de la especie, tales como el mono, el babuino y muchos otros similares.
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La marcha del hombre tiene el carácter general de la del cuadrúpedo, que mueve las patas en cruz. Como el caballo que trota, el hombre agita sus cuatro miembros en cruz: si adelanta el primero el pie derecho, adelantará al mismo tiempo el brazo izquierdo, o viceversa.
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Yo he encontrado en la constitución del cuerpo humano, como en la de los otros animales, la más obtusa y grosera inventiva. Compuesto sin ingenio, de instrumentos en parte inapropiados para recibir el vigor de los sentidos.
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